domingo, 9 de febrero de 2014

¿Por qué CEIP Los Álamos?



    EL NOMBRE

            ¿Por qué Colegio Público “Los Álamos”?

            Independientemente de lo que nos  pueda sugerir este evocador nombre de árbol, nuestro Colegio no debe su nombre a dicha especie arbórea, sino a uno de los molinos de ribera más rancios de la huerta de Murcia, “El Molino de Los Álamos, el cual lo tomó, sin duda, de algunos ejemplares de estos árboles que se encontraban en el entorno inmediato, cercanos al almacén de grano y molienda que hoy se conserva restaurado, y que definió el eje del barrio o sector urbano en el que se encuentra enclavado nuestro Colegio, en concreto la calle Fotógrafo Verdú.

             Cuando intentamos atravesar el río Segura hacia el Plano de San Francisco, por el puente peatonal aún sin nombre, obra del ingeniero Manterola, justamente a la derecha  del entronque de dicho puente con el cauce artificial del río, podemos ver una estructura y unos arcos de piedra que son los restos de aquel vetusto molino.

            Tal vez que su contemplación no sugiera demasiadas ideas al espectador que no conozca su historia o no esté sensibilizado para ello, pero las actuales piedras han sido testigos de muchas horas de trabajo y sudores de quienes año tras año, de día y de noche, aprovechando la fuerza del  otras veces incesante y limpio caudal de nuestro Segura, convertían en rica harina los sacos de trigo, cebada o panizo traídos desde cualquier rincón de nuestra huerta, o en aromático pimentón los sacos de “cáscara de pimiento de bola”, traídos desde Espinardo, Molina, Santomera ...

            Enfrente, al otro lado del azud del río, junto al Plano de San Francisco,  se encontraba el “Molino de Roque”, pero éste era mucho más pequeño y de menor envergadura.

            El Molino de Los Álamos, aunque no era comparable por su menor tamaño, al Molino de las Veinticuatro Piedras -actual Museo Hidráulico- era uno de los más laboriosos de nuestra vega; contaba con ocho molinos o piedras, seis de las cuales eran movidos con la fuerza del agua del río, por una misma turbina, además de dos piedras de las llamadas de “rodete”, que tomaban la fuerza del agua independientemente de la gran turbina que alimentaba las otras seis. Durante una larga época, la última de su historia, aquella turbina movía, a la misma vez que las seis piedras, un alternador o ingenio productor de energía eléctrica que la suministraba a la red pública de Hidroeléctrica, con la que tenía suscrito un convenio por el cual en los periodos  de estiaje o de poco caudal, utilizaba gratuitamente -o en compensación-  la energía eléctrica de la red pública, como fuerza motriz de los molinos.  
            Ocupaba uno de los rincones más tranquilos de Murcia, cercano y a la vez separado de la ciudad, rodeado de huertos de limoneros, en un  sosegado ambiente con el único telón de fondo del murmullo del agua del río y el incesante tableteo de las tarabillas de los molinos. Su único acceso era desde la Plaza de la Paja a través de la desaparecida Calle de los Álamos. Bien podría decirse que los versos de Vicente Medina, fueran escritos para este rincón:

                        Perenne, de día y de noche,
                        dando en la muela salticos,
                        se siente la tarabilla
                        del molino ...
                        Saltando la tarabilla,
                        hace caer a chorrico
                        de la tolva a la solera
                        el trigo ...
                       
Y día y noche semeja
                        de un corazón los latidos,
                        saltado la tarabilla
                        del molino ...
                                              
            Ojalá, que el Molino de los Álamos, sea para toda la comunidad educativa de nuestro Colegio -alumnos, padres/madres y maestros- una sugerente parábola, símbolo real del trabajo bien hecho que  en él se desarrolló y de la paz y concordia con que se llevó a cabo.

                                                                                                  Joaquín Contreras Rivera.

El proceso administrativo resulta menos poético.

 

El centro se identifica al principio como CP Nuestra Señora del Carmen II.

 

El 30 de noviembre de 1989 (con más de un año en marcha) el ayuntamiento manda un escrito (tras recibir otro de la Dirección Provincial) solicitando que el Consejo Escolar le de una denominación específica.

 

El 20 de diciembre de 1989, el Consejo Escolar escoge como nombre el de Los Álamos, dando comunicación al ayuntamiento.

 

El ayuntamiento en su Comisión de Gobierno del 12 de enero de 1990 autoriza la propuesta del Consejo Escolar, dando traslado a la Dirección Provincial (hoy Consejería), del nombre.